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Novela negra-Relato corto: El asesino de Burdel 48: Capítulo 5

Novela negra-Relato corto: El asesino de Burdel 48. 

Capítulo 5. Episodio final.

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relato de miedo el asesino de burdel 48 episodio final
 

Abrió la puerta y encontró a Deborah, sentada en el suelo, temblando y llorando. Deborah pensaba que se salvaría, al no estar presente en el salón principal, pero ese ruido la delató. Ahora estaba frente a frente con el hombre que acababa de asesinar a sus amigas y compañeras de oficio; sentía que su vida había llegado a su final.

Damián se quedó de pie frente a ella, mirándola sin saber qué hacer. El instinto asesino desapareció al verla. A esta no quería matarla, no deseaba su cuerpo ni tampoco su sufrimiento. Solo sentía compasión al verla. Y cuanto más la miraba, más similitud encontraba en su rostro, era familiaridad lo que percibía.

No era de extrañar:  Aunque Damián lo ignoraba, Deborah era su hermana por parte de madre. Una chiquilla de apenas 18 años, con la que se sintió automáticamente identificado; le unían lazos de sangre y pudo sentirlo aun sin saber que se trataba de su hermanastra.

Y decidió dejarla con vida en lo que parecía ser un último acto de misericordia y compasión de su alma, podrida y oscurecida por el odio.

Pero cometió su peor error porque Deborah se escondía en la única habitación del local con un agujero en la pared, que comunicaba con el salón principal y a través del cual presenció el crimen.

A los 48 días Deborah lo identificaría como el asesino de burdel 48, cuando en una rueda de reconocimiento policial, señaló a su hermanastro como el asesino del brutal crimen que acabaría con la vida de sus compañeras de trabajo. Madres, hermanas, hijas, esposas... pero eso a él le daba igual, vivía por y para la venganza.

Al otro lado del cristal, portando en sus manos un cartel con el número 48, se encontraba Damián y su hermanastra lo señaló, con el dedo tembloroso y un pánico atroz en su voz. 


—Es él. Él es el hombre que vi. El número 48.


— ¿Está usted segura que es el hombre que vio? —le preguntó Evan, el detective de homicidios encargado del caso, comprensivo a la par que tajante. —


—Completamente segura detective. Lo vi matar a mis amigas con sus propias manos. Las mató una por una y disfrutó con su silencio —relató Deborah con lágrimas en los ojos. —


A Damián se le dibujó una macabra sonrisa en la comisura de los labios que no pudo disimular, posiblemente al recordar el brutal crimen, lo que despejó toda duda. Se enfrentaba a un destino inevitable: sería condenado a cadena perpetua por el triple asesinato.

Y es que Deborah nunca olvidaría su cara. Era el 48, ella lo sabía y a pesar del miedo lo señaló sin titubear, condenándolo de por vida. 

 

FIN

 

 

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