/image%2F6858049%2F20230217%2Fob_7479a8_episodio-3-el-asesino-de-burdel-48.png)
— ¡Damián! -gritó efusiva Raquel, una de las prostitutas al verlo entrar. Te estábamos esperando.
— ¿A mí por qué? -quiso saber Damián, desconfiado. En realidad, él desconfiaba de todo el mundo, pero muy especialmente de cualquier mujer que vendiera su cuerpo.
—Porque te consideramos nuestro amigo y queríamos saber qué opinabas sobre nuestro trabajo. Algunas quieren dejarlo.
Raquel cerró la puerta tras de sí para que no entrase nadie más, ya que parecía un día muy tranquilo y preferían estar a solas con su amigo Damián para hablar con calma.
Damián puso cara de circunspecto y se sentó con ellas en una mesa frente a la barra. Todo parecía estar muy solitario esa noche. “El día perfecto para morir,” pensó Damián.
Todas le miraban entusiasmadas, deseosas incluso de compartir con él los planes que les rondaban la cabeza desde hacía días. Algunas pensaban montarse una peluquería tras salir del negocio sexual, las había con graduado en derecho que pensaban sacarse la licencia para ejercer abogacía; otras planeaban retirarse, jubilarse definitivamente, colgar las bragas.
Pero hubo una en la que Damián clavó sus ojos en cuanto se pronunció, a la que empezó a matar con la mirada llena de odio y resentimiento, una que sacó a su madre de entre los muertos.
—Pues yo tengo dinero suficiente para vivir durante años sin trabajar. Pero esto me gusta. He pensado salir de este antro para ser prostituta independiente. Me voy a comprar una casa y me iré allí a vivir con mi hijo, así pasaré más tiempo con él. Solo tiene 4 años y necesita a su madre. Destinaré el salón a mis clientes. Podría recibirlos allí, lo tengo todo pensado.
La que hablaba era Sara, de apenas 25 años, quien había charlado con Damián todas las noches durante horas, los últimos tres años.
Antes de que nadie se diera cuenta, en un movimiento rápido, casi imperceptible, el cuchillo de Damián ya había seccionado la yugular de Sara, salpicando a todos con su sangre. Acto seguido, amenazándolas con el cuchillo, acorraló en la pared a Raquel y Pamela y las obligó a arrodillarse ante él. Les ató las manos por detrás de la espalda con una cuerda, vendó sus ojos y en ese momento es cuando empezaría el principio del fin para unas mujeres que no conocían otro medio para ganarse la vida y que trataban de escapar de tal destino.
—Chúpame la polla, puta —le decía a Raquel tras bajarse los pantalones, mientras agarraba con fuerza su cabeza.
La prostituta, con la esperanza de que eso la pudiera salvar, obedeció. Damián amenazaba a Pamela para que no huyera, mientras gemía como un poseso a ritmo de felación.
—Oh sí, chúpamela, hija de puta. Esto es lo que tienes por ser una zorra, una puta, una cerda. Maldigo a la madre que te parió hija de puta. Vamos, chúpamela, cómetela toda. Vamos, ah, ah, ah… me voy a correr en tu boca. Toma toda mi lefa, hija de puta. Oh sí… puta, puta, ¡¡puta!!
Y mientras se corría, le quitó la venda de los ojos a la chica y la estranguló salvajemente hasta la muerte, mientras seguía metiendo y sacando su pene sin parar. Le excitó llegar al orgasmo así, viendo morir a Raquel en sus manos.
[Continuará...]
Suscríbete aquí para recibir la notificación en tu correo del siguiente episodio
© Todos los derechos reservados. Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra (completa o parcialmente) sin contar con autorización del titular de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados será constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal) con las consiguientes consecuencias legales contra el infractor.