Relatos por capítulos, poesía y novela. Artículos de críticas de empresas/servicios/productos. Mi portafolio artístico. -Tania G. Garmendia-
Matar era su misión más importante e iba a crear una obra maestra ese día o, mejor dicho: esa noche. Cuando cayera la penumbra, con pasos ligeros, se desplazaría por las calles cuchillo en mano, lo bastante afilado como para seccionar la yugular de sus víctimas.
Estaba harto, ya no podía más, él les enseñaría lo que les pasa a esas mujeres, al peligro que están expuestas. Se acabó el vender su cuerpo a desconocidos que aparcaban en ese infame club de carretera.
Y él podría satisfacerse al asesinar a su madre una y otra vez, cuando matara a sangre fría a todas las prostitutas que encontrase en ese asqueroso lugar.
¿No era acaso lo que querría su madre de él? ¿Que hiciera justicia?
Lamentaba la muerte de su madre y haría que otros hijos/as, padres, madres y hermanos/as lamentasen también la muerte de sus putas, para compartir así el dolor que él arrastraba desde que era un niño de tan solo 5 años, cuando un cliente de su madre en su propia casa, la asesinó brutalmente delante de él, en el sofá de terciopelo blanco del salón donde Damián se encontraba viendo los dibujos animados, después de que su madre y el asesino mantuviesen relaciones sexuales delante de él.
Tras el acto sexual, el asesino acabó con la vida de su madre con un cuchillo bien afilado, de un corte limpio que le sesgó la carótida, llenando el sofá de sangre y salpicando el rostro del pequeño Damián, a quien dejaría huérfano de madre; una emigrante prostituta a quien nadie echaría de menos.
Damián se quedó paralizado e impasible hasta que llegó la policía, alertada por un vecino que escuchó al perro ladrar desesperado.
Habían pasado muchos años desde entonces, ahora Damián era un perturbado joven de 21 años lleno de odio y frustración, que caminaba solo por las calles de Bélgica en una fría noche de diciembre. Llevaba en sus manos el mismo cuchillo con el que asesinaron a su madre hace tantos años.
La policía forense nunca encontró el arma homicida, por lo que el asesino quedó impune. Pero un día, haciendo un hoyo en el jardín para enterrar a Rex, su perro recién fallecido, Damián lo encontró: el cuchillo que acabó con la vida de su madre enterrado en el jardín a metros y metros de profundidad.
Aún se podía distinguir la sangre ya reseca en él, mezclada con la tierra en la cual fue enterrado. Al ver el arma con la que lo dejaron huérfano, todos sus fantasmas despertaron.
Pudo ir a la policía e informar del arma homicida hallada, confiar en la ley y en que esta resolviera al fin el crimen de su madre, pero Damián perdió su fe en la justicia cuando mataron a su madre y nadie hizo nada por evitarlo. Cuando se quedó durante horas junto al cadáver de su madre, con el rostro salpicado por su sangre. Ese día perdió la fe en los hombres, así que se tomó la justicia por su mano, hizo algunas averiguaciones y encontró al hombre que asesinó a su madre.
[Continuará...]
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