Y es que las últimas decenas de desaparecidos a manos de la Armada Mexicana no dejan lugar a dudas: el objetivo es disparar primero y preguntar después, destruyendo hogares y dignidades a la misma vez.
Ya no sirven los pretextos: hablamos de decenas de personas -seres humanos con derechos, señores- desaparecidos presumiblemente a manos de las Fuerzas de La Armada Mexicana, tras palizas insufribles y un trato más que vejatorio, por supuesto a manos del Poder, aunque éste niegue todos los hechos y esconda el polvo bajo la alfombra.
Si bien es cierto que la fiscalía especial para desaparecidos ha renunciado a hacer declaraciones por tratarse de una investigación "en curso" y que la Marina directamente a rechazado la acusación "echando balones fuera" con su bochornoso argumento de que dichas agresiones fueron llevadas a cabo por el crimen organizado usando trajes clonados de La Armada, lo cierto es que no hay quien se lo crea y es bastante evidente gracias a las pocas grabaciones de los hechos que se han salvado de la censura informativa del Gobierno Mexicano, que fueron los militares y no el crimen organizado quienes, siguiendo órdenes estrictas de a saber qué cacique, amedrentaron, agredieron e hicieron desaparecer a centenares de personas en los últimos meses.
Según se calcula estamos hablando de un mínimo de 30 desapariciones, aunque hay pruebas más que fehacientes de que la suma podría ascender a 50 personas, todas en la ciudad de Nuevo Laredo.
Todo esto tan sólo en los meses que van de febrero a mayo 2018. Y para más inri, ninguno de ellos tiene conexión alguna con el narcotráfico. Ni siquiera tenían antecedentes penales.
Para algunas personas, se trata de una venganza política por el asesinato de un comandante mientras que otros lo consideran la peor Guerra Fría contra el narco.
Sea como fuere, las imágenes hablan más que las palabras y aunque los militares, el gobierno o vaya a saber usted quién, se encargó de borrar toda huella haciendo desaparecer las grabaciones de las 5 cámaras de la gasolinera de Nuevo Laredo en la que desaparecieron Marco Antonio y Daniel -imágenes que nunca fueron revisadas y que se eliminaron a los 30 días de lo sucedido a pesar de que los dependientes de la gasolinera lo presenciaron absolutamente todo-, y amenazar de forma cruel y efectiva a los 100 testigos que se encontraban con José Luis en una fiesta veraniega que no hacía daño a nadie, fiesta en la cual los uniformados abusando claramente de su rango de poder dieron rienda suelta a toda su agresividad a sabiendas de que nadie diría nada ni vería nada, no tuvieron tanta "suerte" en consiguientes operaciones, que relataremos a continuación.
De hecho, el asalto a José Luis fue de los peores, dado el gentío que se hallaba en el lugar -estaban en un Yonke- (desguace de vehículos) en dicha celebración con menores incluidos.
—“¿Cuál es tu alias, hijo de tu chingada madre, cuál es tu alias?” Así hacían los honores al asaltar este tranquilo hogar del Estado de Tamaulipas al cual habían entrado por error
Cuando Las Fuerzas del Ejército asaltaron el lugar con 20 efectivos armados hasta los dientes, imponiendo que todos los presentes se tirasen al suelo -incluyendo a decenas de niños inocentes- el soldado al mando cogió a José Luis, así como al azar, lo clavó de rodillas en el suelo y le asestó un contundente golpe con un trozo de madera. A continuación, lo subieron al vehículo y abandonaron el lugar.
Más de 100 testigos lo vieron todo y tanto de José Luis como del resto de los desaparecidos de Nuevo Laredo, no se ha vuelto a saber nada salvo de aquellos que aparecieron con un sospechoso tiro en la nuca. ¿Querrían simular un cutre ajuste de cuentas?
Pero los militares, sedientos de sangre y necesitados de una vil discreción, perpetraron un nuevo asalto: la casa de Jesica y de su marido, algo que organizaron muy bien: antes de atacar, apagaron las 5 cámaras de la casa asaltada, pensando estar a salvo de miradas críticas, pero no tuvieron en cuenta la casa vecina, gracias a la cual se pueden presenciar los hechos, poniendo en tela de juicio el absurdo argumento de la Marina.
—“¿Cuál es tu alias, hijo de tu chingada madre, cuál es tu alias?”
Así hacían los honores al asaltar este tranquilo hogar del Estado de Tamaulipas, al cual habían entrado "por error", equivocación ésta que admitieron inclusive delante de la esposa del secuestrado, al cual por supuesto se llevaron a pesar de saber perfectamente que se habían confundido.
Ante todo que la prepotencia y el ego no sean dañados, por ciudadanos humildes que los dejen en evidencia ¿verdad?
Mientras los militares se salían con la suya, ejerciendo tamaña violencia y pasándose a la torera todos y cada uno de los derechos humanos que amparan a los seres humanos a través de las leyes determinadas por la ONU (organización que por vez primera ha decidido tomar parte en el asunto y darle un toque de atención al gobierno Mexicano), Jesica relataba el horrible recuerdo del fusil apuntándole a la frente y los marinos, enardecidos y sin ningún tipo de control sobre sus emociones, abofeteando y amenazando a su marido a voz en grito.
A pesar de que su marido es mecánico y no tiene conexión alguna con el narcotráfico, dejaron a Jesica sola, desamparada y sin rumbo, observando su hogar roto, emocionalmente despedazado por la tiránica imposición de la autoridad.
Si Emiliano Zapata levantara la cabeza...
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